No preguntes qué puedes encontrar aquí, ni siquiera yo lo sé. Sea lo que sea se hallará entre el todo y la nada, entre el blanco y el negro, entre siempre y nunca. Ahí queda mucho espacio por llenar. Empecemos, sin demora, necesitaremos más de una vida para hacerlo.

viernes, 5 de agosto de 2011

18 Recuerdo haber leído ...

Wakefield
Nathaniel Hawthorne.
No me gustan los libros “para el verano”, y no soy de aquellos que enladrillan su maleta con esas lecturas pendientes, con esos volúmenes robustos y compactos que obligatoriamente hay que leer en la vida. Esos los dejo para las tardes de otoño, para los domingos del invierno. Eso sí, suelo cargar con mas libros de los que voy a tener tiempo de leer. Literariamente hablando mi estío es una continuación de la primavera, sin roturas, sin escalones, sin desvaríos; pero en verano también me gusta picotear, leer pequeñas historias, cuentos, relatos…
Nórdicalibros.Edición ilustrada.
Hoy os traigo un cuento, la historia de Wakefield, ese es el nombre del protagonista. Ese hombre podrías ser tú, podría ser yo mismo, tal vez la vecina de arriba. La historia está escrita en 1837 pero es tan actual como nosotros mismos. ¿Cuántas veces hemos deseado abandonar nuestra vida temporalmente y observarla –sin ser vistos-  desde una atalaya privilegiada, para luego regresar como si nada hubiera ocurrido?. Eso hace WaKefield, el protagonista anónimo de nuestra historia: un día toma la decisión de abandonar su existencia, sin causa alguna, sin motivo aparente. Una tarde, veinte años después, entró por la puerta de su casa, como si viniera de comprar el pan, y continuó su vida de esposo hasta su muerte. Durante esas dos décadas observó, a diario, su casa y el devenir de su  esposa.


Nathaniel Hawthorne es el autor de la historia. Novelista estadounidense, vivió en la primera mitad del S.XIX y murió en 1864. Hawthorne es conocido por sus relatos breves, por sus cuentos. Tuvo una intensa amistad con el novelista Herman Melville, que  le dedicó su obra Moby Dick “en homenaje a su genio”. De Melville es la historia de Bartleby, el escribiente, cuya reseña podéis encontrar en este blog – os recomiendo leer las dos historias y dedicar un rato a reflexionar sobre los mensajes que transmiten-.  Jorge Luis Borges nos indica  que sus cuentos expresan «el tenue mundo crepuscular, o lunar, de las imaginaciones fantásticas»; pero es el escritor Luis Loayza el que describe a la perfección la obra de Hawthorne  «es tal vez el contraste entre la violencia exterior y la suavidad del tono, entre la voz delicada y las oscuras sugerencias de lo que dice». 
Aquí volvemos a ver los personajes de Kafka, la insignificancia, la tenue línea entre el fracaso y el éxito, lo absurdo, el delirio, lo patético. La historia de ese hombre recluido voluntariamente en su habitación, solo, apartado del mundo, de la sociedad que le ha tocado vivir, de los convencionalismos sociales, es tal vez el reflejo de la soledad actual, del aislamiento, de la monotonía, de la despersonalización  del mundo contemporáneo.
El final del cuento es una gran parábola, y ahí puede encontrarse parte del significado de esta historia:
"En medio de la confusión aparente de nuestro misterioso mundo, los individuos están tan perfectamente ajustados a un sistema, y los sistemas entre sí y con un todo, que un hombre, con sólo apartarse de su sistema por un instante, se expone al terrible riesgo de perder para siempre su lugar en el mundo. Al igual que Wakefield puede convertirse por así decirlo, en el Desterrado del Universo."

A veces no es necesario leer un relato, una novela, buscando sus múltiples significados, a veces simplemente leer por el único placer de hacerlo se convierte en un goce fantástico.
(*) La edición que he adquirido es de Nórdicalibros, un libro fantástico, en edición bilingüe castellano-inglés, e ilustrado por Ana Juan, premio nacional de ilustración 2010.
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Puede que también te interese leer la reseña de:

Herman Melville.

5 comentarios:

  1. Si tuviéramos la oportunidad de otear la vida desde fuera de nuestra participación, quizás nos sorprendería como son las cosas, lo que piensan realmente de nosotros los demás, en cuanto se ajusta lo que se dice de lo que se hace, los verdaderos sentimientos, la transparencia de lo real.

    Quizás sirviera para darnos cuenta de la visión distorsionada por los deseos y las conveniencias y llevarnos a la situación de no poder regresar al punto de partida.

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  2. Haces una reflexión muy interesante.
    Me ha encantado. Los eremitas y personas en general autorrecluídas son un tema apasionante y el mundo de los contactos sociales otro de enorme peso.
    Me quedo con tus palabras.Y miraré el libro.
    Un abrazo

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  3. Gorka, cuánta razón tienes, este mundo de convencionalistos se fija demasiado en el envoltorio, en el papel de celofán. Y en nuestro vestuario además de camisas y pantalones tenemos una amplia colección de caretas, de medias verdades, de ser, algunas veces, lo que los demás quieren que seamos y no loq ue realmente somos...

    Albada, gracias por seguir pasando por aquí, mira y lee, si puedes el libro, perfecto para una tarde de verano. Un abrazo.

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  4. Buenas noches Xabier, no conocía a nadie que hubiese leído el libro, que puede ser para tarde de verano o para noche de invierno. Me alegro de conocer a alguien que lo haya leído y que además aporte una reflexión como la tuya. ¡¡Genial haberme pasado por aquí de casualidad y volver a recordar Wakefield!!.

    http//demispalabrasylasvuestras.blogspot.com
    Laura.

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  5. Laura, pues ya ves, ya somos dos. Sí, como dices, este cuento es para cualquier momento, del día, de la vida... y disfrutas, y te queda una sensación de vaguedad, de... Me alegro que hayas llegado aquí. Yo ahora me paso por tu casa...
    Un abrazo Laura

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