Foto: Por caminos de Aragón. © Xavier Blanco 2011. |
Capítulo VIII. Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.
– ¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.
– Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
– Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
– Cambie usted de chasco querido Sancho, ya está bien de tragaldabas, que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes, descomunales astados; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Símbolo de la españa rancia y cañí, sigue oteando las entradas de los territorios como un centinela - no vaya a ser que vuelva el moro - con su estampa bravía y su negra piel.
ResponderEliminarPublicidad de un brandy - beber para olvidar - la oscura historia de un tiempo falto de libertad y lleno de represión, donde los señoritos detrás de la barrera querían ser toreros y solo les alcanzaba el valor para tomar otra copa.
Es tiempo de devolver este toro al corral !