Me explicó que el barrio era humilde y la calle estrecha, pero con un gran corazón. No supe cómo descifrarlo, había escuchado que había ciudades con alma, con embrujo, de esas que te atrapan, que te apresan. Pensé que se refería a eso. Los primeros días me costó conciliar el sueño, un aroma a melancolía impregnaba el aire. Mi habitación tenía una gran ventana a la calle, al anochecer los latidos de la urbe penetraban en mi alcoba.
Foto: Carrer de Guifré (Barcelona) © Xavier Blanco.
Algunos me habéis felicitado por el “fotomontaje”. Lamento comunicaros que no lo es, la foto es real, y ese corazón está ahí suspendido, en un calle olvidada en Barcelona, en el barrio del Raval. Os recomiendo perderos una tarde por esos lugares.
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